Biografía y audiocuento

13.10.2013 22:56

Juan Rulfo nació en Apulco, Jalisco, el 16 de mayo de 1918. Su infancia transcurrió durante la rebelión de los Cristeros. En palabras de Rulfo, este hecho fue “…No sólo de devastación humana, sino devastación geográfica. Nunca encontré ni he encontrado hasta la fecha la lógica de todo eso. No se puede atribuir a la Revolución. Fue más bien una cosa atávica, una cosa de destino, una cosa ilótica…” Esta actitud ante la devastación será una de las claves de su obra, el contradictorio fundamento de su visión del mundo.

            Visión que se va conformando cuando Rulfo es internado en un orfanato de Guadalajara (capital de Jalisco), desde los diez hasta los catorce años. En esa condición estudia contabilidad y a los quince años, en 1933, se marcha al Distrito Federal para estudiar Derecho. No lo hace y, en vez, se dedica a trabajos diversos.

            En el México de 1953, la creciente clase media (burócratas, médicos, técnicos, contadores públicos, ingenieros y también trapisondistas de todo tipo), se encuentra satisfechísima de sus avances. En tanto que la clase obrera, la ya establecida y la que va llegando del campo, produce planchas de acero, electrodomésticos, automóviles, Coca Cola, cemento, etc. Años después aquello se llamaría Desarrollo.

            Debido a él puede tenerse la impresión de que la Revolución Mexicana de 1910 va llegando, por fin a su meta. Los políticos y la prensa, desde luego, no dejan de hablar de ella, de sus crecientes logros. En este ambiente, los intelectuales se cuestionan si puede definirse “el Ser del mexicano”. En este ambiente, y cada vez con mayor atrevimiento, proponen que, precisamente porque ha habido un cambio que ha dejado atrás la Revolución que lo produjo, es ya hora de abandonar la expresión artística de la retórica revolucionaria. A un México nuevo, nuevo lenguaje. Difícilmente podía pensarse que cabía como alternativa la posibilidad de una meditación hacia adentro que, descarnada y sutilmente, pudiese presentar las cosas como eran. Y, sin embargo, ése es el lugar exacto que descubrirá Juan Rulfo para un nuevo lenguaje.

            En ese mismo año se publica en el Fondo de Cultura Económica El llano en llamas. La tirada es de sólo 2,000 ejemplares y el éxito no es espectacular. Pero el libro llama la atención entre los asombrados conocedores. Su autor, el jalisciense Juan Rulfo, tiene treinta y cinco años, vive desde hace mucho en el Distrito Federal, ha publicado poco, alguno que otro cuento, y subsiste con un sueldo de empleado. Dos años después, la novela Pedro Páramo (4,000 ejemplares en la primera edición) le catapultará a la fama.

            Después de la publicación de sus dos libros volverá a trabajar para el Gobierno, migajas que recibe como consecuencia de su éxito literario. Pero ya Rulfo, narrador nato si los ha habido, no volverá a publicar nada. En su lugar, unos años malos, juegas y dispersión, pesimismo: el dolor del choque de su éxito y fama crecientes contra la profunda seriedad pesimista de su vida.

            Juan Rulfo murió el 7 de enero de 1986, pero ahí están ese libro de cuentos y esa novela: prosa excepcional; visión personal del mundo y, a la vez, visión profunda de la realidad mexicana en su Historia.

BIBLIOGRAFÍA

Rulfo, Juan, El llano en llamas, Cátedra, Madrid, 2008